miércoles, 16 de marzo de 2011

Lovemonk Records, un sello de garantías

Por Jorge Ballester


"Lovemonk es un soleado y ecléctico sello discográfico con sede en el madrileño barrio de Malasaña. Editamos Discos Buenos".

Esta frase, que supone algo así como un mantra para la disquera madrileña, resume perfectamente su filosofía de trabajo. Editan buenos discos, sobre todo discos con las que pocas disqueras se atreverían. Como resultado de eso, tenemos ante nosotros una magnífica relación de geniales trabajos, tanto nacionales como internacionales, algo infravalorados por la crítica y el público en general, o eso creemos en el seno de RadioDuo. Creada en el 2003 por Borja Torres, alias Sr. Lobo, y Bruno Muñoz, lleva ya ocho años deleitando nuestros oídos con sonidos como el funky más contemporáneo, la rumba, la electrónica, el soul o el folk más clásico

La reciente reedición del maravilloso trabajo de Guille Farré, akaWild Honey, ha puesto al sello Lovemonk en el centro del huracán. 'Epic Handshakes And A Bear Hug', editado en formato físico hace escasos días, condensa a la perfección las instrucciones que Ikea daría en caso de comprar un disco de pop y folk a partes iguales y todavía por construir. Son 12 cortes de una bellísima factura, de los cuales te enamorarás de una manera sencilla e inmediata. Desde el artwork hasta las mezclas de Brad Jones, pasando por la inocente y cuidada voz de Guillermo Farré, bajista del grupo madrileño Mittens. Todo cohabita de manera majestuosa.

Aunque el disco ya tiene un largo recorrido, puesto que lleva publicado más de un año en una edición exclusiva en vinilo rojo montada a mano por el propio Guillermo, es una joya única reconocida por la prensa especializada como una de esas rarezas imprescindibles para los oídos más exquisitos. No quedaba más remedio que reeditarlo en CD para que llegue a todo el mundo. Porque, no lo olvidemos, hablamos de un trabajo que lleva el ''bonitismo'' por bandera. Y si de algo saben en Lovemonk es de discos bonitos. Y de discos buenos. Y 'Epic Handshakes And A Bear Hug' es ambas cosas.






Pero Lovemonk no es sólo Wild Honey. Lovemonk es mucho más. Recientemente editaron el nuevo disco de Gecko Turner, ese extremeño soulero claramente influido por Bob Dylan, la Motown, la música africana o el reggae.

Rebuscando entre los numerosos artistas del sello malasañero, aparecen joyas como Banda Achilifunk, léase un maravilloso experimento tratando de fusionar la rumba con el funk. O Boohgaloo Zoo. El leonés Yuri Méndez o Pajaro SunriseLa Troba Kung Fú o Pional contraponen los diferentes estilos que caben en Lovemonk. Instituto Mexicano Del Sonido, Speak Low, Space Ranger y The Phenomenal Handclap Band también entran entre sus elegidos. O uno de los más recientes experimentos; se llamaIncarnations y es un trío formado por dos integrantes de The Phenomenal Handclap Band (Daniel Collás y Bing Ji Ling) y Bart Davenport (integrante de la gira de Kings Of Convenience). 'With All Due Respect' es un trabajo que captura el increíble y mágico momento que estalló en Tarifa cuando estos tres talentosos amigos decidieron pasar dos semanas aislados grabando.

Lo dicho, un sello de garantías.
http://soundcloud.com/lovemonk/sets

lunes, 22 de noviembre de 2010

El indudable encanto del perdedor

Por Plácido Vázquez


Jack Lemon, Paul Newman, Robert De Niro, Humphrey Bogart, Jean-Pierre Léaud, Tim Robins… a lo largo de la Historia del Cine, grandes actores han encarnado papeles de personajes cuyo destino consistía en ser derrotado ante el contexto que les rodea. Personajes que se ven abocados, por más que luchen, a ser subsumidos como un algoritmo más de la ecuación que es la sociedad moderna. Ya sea un oficinista fracasado, un “chulo” buscavidas, un taxista recién llegado de Vietnam, Sam Spade, un adolescente que huye de un reformatorio o un adulto marcado por la violación que sufrió siendo niño, por mucho que luchen no lograran alcanzar ese sueño que los americanos se apropian y que no es más que un constructo ideológico cuyo reverso tenebroso (y el más extendido) es el que se observa en estos personajes. Pero pese a este destino oscuro somos atraídos a sus vivencias diarias, a sus derrotas como si estuviésemos observando una comedia o una película romántica. ¿La razón?, porque somos capaces de empatizar con ese ser que no es capaz de escribir el guión de su vida, sino que es empujado a la fatalidad. Es cierto que en nuestro día a día no ganamos al Gordo de Minessota, pero sí nos hemos sentido triunfadores y a la vez derrotados, reyes pero a la vez destronados al sentir que algo hemos perdido en el camino que nos llevó primero al encuentro final y que después nos hizo ganar. 
El cine negro fue en su origen el campo donde los perdedores crecieron, con un Humphrey Bogart que constituye el arquetipo del perdedor en los años 30 y 40 (ya sea dejando que Ilsa volase de Casablanca o viendo cómo el Tesoro de Sierra Madre le carcomía interiormente). En los años 50 y 60, tras el influjo del cine europeo en el cine americano (sobre todo a través de la Nouvelle Vague y el cine Sueco), el perdedor ya no se erigía enteramente como un héroe. Era un ser con sus miserias y sus grandezas, capaz de lo mejor y de lo peor. El mejor ejemplo de ello es el personaje de Eddie Felson o el de C.C. Baxter en “El Apartamento”, tipos capaces de perder y ganar su partida de billar  en una habitación de hotel de Louisville, o de alquilar su casa para ascender en la empresa. En Europa cabe destacar la escuela de perdedores que constituyó tanto Buñuel (“Él”, “Viridiana”) como Truffaut (“Besos Robados”, “Los 400 Golpes) así como la desesperanza existencialista de Bergman. Sin embargo el gran maestro de los perdedores fuera de EEUU fue Kurosawa, quien con Yojimbo y Los Siete Samurais fue capaz de erigir un monumento a aquellos que construyen su futuro sabiendo que el mismo será puro sacrificio. La estela original del cine negro fue seguida en la modernidad con la nueva escuela de realizadores americanos de los años 70 (Coppola, Scorsese, Malick, De Palma…) que retomaron los antiguos arquetipos y los transformaron, tomando muchas veces como telón de fondo el clima pesimista post Vietnam (véase Taxi Driver, Apocalipse Now, Malas Tierras o incluso un visionado detallado del destino de Michael Corleone). Tampoco olvidar el destino que Woody Allen (aunque este retomando más los postulados de Bergman y Wilder) forja a sus personajes, seres que sobreviven en una sociedad que los amansa  (como en “La Rosa Púrpura del Cairo”). La figura del perdedor en estos años imbuyó todos y cada uno de los géneros cinematográficos, generando incluso subgéneros como el Western Crepuscular, donde el fin de una era y el contraste con la nueva constituían una metáfora del sentir ciudadano a finales de los 60 y en la década de los 70.
Durante los 80, pocos fueron quienes retomaron la figura del perdedor. En parte Oliver Stone con la muy buena película Patoon y con la olvidable “Nacidos el 4 de Julio”, o Allen en “Manhattan”. Los 90 tampoco supusieron un gran hito en este sentido, aunque sí cabe destacar otro gran perdedor: Carlito Brigante, un personaje que trata de escapar de lo que fue para poder construir lo que será. Pero al igual que en la mayoría de los perdedores cinematográficos, el contexto y su pasado puede con él.
En los inicios del siglo XXI, pocos son los que retoman la figura del perdedor de una forma seria. Muchos asumen arquetipos pasados y los explotan hasta la saciedad (véase películas como “Un domingo cualquiera” o “En tierra hostil”) y son pocos los que arriesgan. Pero en este segundo campo destaca sobre manera Clint Eastwood, el último gran autor de perdedores. Figuras como el vaquero de “Sin Perdón” (último gran western crepuscular), la boxeadora y el entrenador de “Million Dollar Baby” o todos los personajes de “Mystic River” encarnan nuevas variaciones del perdedor, muy en la línea que trazaron Leone, Peckinpack o Mann (3 cineastas que suelen ser minusvalorados y que tienen en su haber joyas como “Hasta que llegó su hora” o “Pat Garret y Billy the Kid, obras maestras del western crepuscular).
En definitiva, los perdedores son fiel reflejo no sólo de un malestar personal sino que constituyen una personal metáfora de un malestar social. Aquél que se crea cuando el sueño americano despliega su triste sombra sobre la sociedad.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Adiós a García Berlanga

Adiós a una de las personas que con su arte ha conseguido que podamos estar orgullosos de nuestro cine.
Adiós al humor y al austrohúngaro.
Adiós a Luis García Berlanga.










miércoles, 10 de noviembre de 2010

'The Constant', disco debut de I Blame Coco

Por Jorge Ballester.


Si Eliot Paulina Sumner fuera pilota de motociclismo, portaría el dorsal 90 en honor a su muy reciente entrada en la veintena. Aun así, eso no ha sido problema para poder alardear de tener un álbum a sus espaldas. Y varios hits incontestables.

La pobre Coco, está metida en el ajo desde que salió de su primer quirófano, es hija de Sting. Además se la relaciona sentimentalmente con Pete Doherty. Está rodeada de hermanos con grandes talentos artísticos (cantantes, actrices y directores de cine). Y para colmo la chica es ciertamente tímida.


Si te preguntas por las influencias, pronto llegarás a las más obvias, losPolice de su padre están presentes, quizás más al principio de su carrera. Poco a poco la influencia de Robyn, con quien guarda algo más que parecidos musicales, se hace más y más patente. Coco firmó a los diecisiete años con Island Records y poco después se marchó a Suecia a grabar durante seis meses.  De allí salieron amistades con la propia Robyn, con quien publicó su primer single a dúo, incluido en este disco, Caesar. O con Miike Snow, con quienes colaboró aportando los coros en el anonadante tema Animal.

'The Constant' son 14 temas de más de tres minutos cada uno que conforman un disco bastante heterogéneo. Abre con el hit más mediático hasta el momento, Selfmachine, gracias a remixes de gente como La Roux o Jakwob. Pero aquí no acaba la fiesta, su último single, In Spirit Golden, publicado a principios de este mes, se sucede en una adecuada segunda posición. Para dejar en tercer lugar uno de los grandes growers de este disco, Quicker. Ayudado en gran medida por el rework de Rack N Ruin incluído en el corte catorce del disco. Rompepistas potencial.

Turn Your Back On Love es otra gran canción, quizás la más similar al pop electrónico británico liderado por Goldfrapp, quien bien podría firmar este tema. Después de este comienzo fulgurante, nos encontramos con varios temas de relleno, que no pasarán a la historia. Hasta que llegamos a Caesar, con Robyn, donde esos "Ooooh oooh" del comienzo hacen presagiar lo mejor, hasta llegar a un genial estribilloarobynado.

Siguiendo el tracklist en el orden correcto, otra de las joyas de 'The Constant'Only Love Can Break Your Heart. Sin duda una de las mejores versiones del clásico de 1970 facturado por  Neil YoungI Blame Coco, formando un cuarteto en directo, han conseguido hacer esta canción algo bailable, y no era fácil, sin estropearla antes.

En resumen, Coco Sumner nació en Pisa. Se jacta de ser tan británica como su padre, y fue en Suecia donde vivió el complejo proceso de preparación y grabación de su primer largo. Este verano ha sido el de su total consagración tocando en todas las grandes plazas: Isle Of White, Benicàssim, Latitude, Leeds y Reading y Glastonbury, entre otros. Y actualmente se encuentra inmersa en una larga gira por Europa.

El disco debut de I Blame Coco salió a la venta en el Reino Unido el pasado 8 de noviembre y supone 45 minutos de pop electrónico frenético aupado por una brillante producción.

- Al iPod: Selfmachine, Caesar, Quicker
- Nota: 7/10





http://www.myspace.com/iblamecoco

lunes, 8 de noviembre de 2010

"La noche de los tiempos" de Antonio Muñoz Molina

Por Sesi García García


La noche de los tiempos, una historia profunda —sin duda alguna—, empapada de sentimientos y de Historia, muy Muñoz Molina. Ignacio Abel, arquitecto madrileño, casado y con dos hijos, de la noche a la mañana se convierte en uno de los tantos emigrantes y exiliados de la España de 1936. El pasado y el recuerdo de un padre obrero, la relación con una mujer que ya no es amada y con la familia conservadora de ésta, el pasado proletario y el presente burgués, el Madrid intelectual de la Segunda República y la Residencia de Estudiantes, la obras de la futura Ciudad Universitaria, la Gran Vía, el recuerdo de la Bauhaus en Alemania, Judith Biely, el misterio y los encuentros pasionales con ella, el secreto, los amigos y los enemigos, la muerte cercana, Manuel Azaña y el Frente Popular, la Falange Española, el pueblo de Madrid exaltado y violento, las tinieblas y los insurrectos que se acercan, el fin de la libertad, un tren y un barco, los Estados Unidos de América y dos vidas que se pierden, una en la España beligerante y otra más allá de los árboles en otoño... todas las palabras y las páginas posibles para construir esta maravillosa aventura durante uno de los momentos más tensos de nuestra Historia. Esta última novela de Antonio Muñoz Molina supondrá para todo aquel que desee transformarse en su lector una delicia para sus ojos, un golpe de aire fresco para el paladar del saber.